Nunca se me ha dado bien, no sé si por timidez o por miedo a
la respuesta, contestar a preguntas con márgenes tan nebulosos como la de por
qué hago lo que hago. Y por eso, supongo, divago en mis reflexiones y hace
falta bucear en mi discurso para encontrar la respuesta a esas preguntas. Aún a
día de hoy no estoy muy seguro de por qué estudio Periodismo o Comunicación
Audiovisual. Supongo que todos los caminos me llevaban a una Facultad de
Ingeniería o Arquitectura. Ya había dado todos los pasos (cursaba bachillerato
técnico) y la Selectividad estaba cerca, pero me daba un poco de miedo ver lo
rápido que se acercaba la hora de tomar decisiones. Me dan pavor esos momentos.
Ya he dicho antes que no se me da bien contestar a preguntas como la de por qué
hago lo que hago, y supongo que tomar decisiones tiene mucho que ver con esto.
Siempre he creído que acabaría escribiendo. Disfruto
haciéndolo aunque por algún motivo siempre he creído que trabajar y disfrutar
no son términos compatibles. Hasta que vi el momento de tomar decisiones lo
suficientemente cerca como para asustarme de verdad y comprendí que debía
replantearme muchas cosas. El caso es que, afortunadamente, decidí
que tenía que aparcar mi conformismo e intentar dedicarme a algo que me hiciera
feliz. Por eso empecé a estudiar Periodismo.
La vocación que me llevó a estudiar Periodismo es la de
contar historias. Y siempre he creído que la fórmula más eficaz para hacerlo es
la palabra. Pero en mi proceso de aprendizaje comprendí que hay formas
expresivas con una capacidad emotiva mucho mayor. Disfruto con las obras que
buscan el paroxismo. Me gusta el arte que tiene un objetivo definido, sea cual
sea, siempre que implique buscar un cambio en la audiencia.
Y creo que por eso empecé a compaginar los estudios de
Comunicación Audiovisual con los de Periodismo. Para mí el cine es una de las
formas de expresión más expresivas (perdón por la redundancia). Me encantaría poder dedicarme algún día
a hacer ejercicios visuales con la intención de conmover, enseñar, concienciar,
consolar…
Creo que esta sinuosidad en el pensamiento se refleja en mi
corto. Ahí se percibe, aunque haya que bucear un poco, mi obsesión por ejercer
una influencia en la audiencia y la búsqueda de la fórmula más efectiva para
ello. Y qué mejor forma de concretar estas ideas que hacer un ejercicio visual
y tratar de expresar por medio de imágenes la fuerza de una palabra (que la
palabra en sí misma no podría hacer). Una palabra, por cierto, tan devaluada
por su uso continuado como es Padre o Aita, palabra que encierra un significado
amplísimo que todos conocemos pero la rutina nos hace olvidar.
Supongo que eso es el arte, un intento de rescatar de la
normalidad cosas excepcionales, de hacer que emerjan de nuestro interior cosas cuya existencia desconocíamos o, como digo en el vídeo, de convertir lo
pequeño en grande. Supongo, aunque repito que sé me dan muy mal las respuestas
absolutas, que estudio Comunicación Audiovisual porque me gustaría hacer arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario